miércoles, noviembre 15, 2006

Las chicas del Interior

Las chicas del Interior vienen a Buenos Aires cuando tienen que empezar a estudiar Letras. Para esa época ya han madurado y están hechas unas flores. Llegan a la gran ciudad y establecen contacto con algún familiar. Buscan un departamento en Palermo o en Caballito (“cerca de la Facultad”) y empiezan a cursar. En Puan 480 las esperan los hombres nativos.
Los hombres nativos mantienen con las chicas del Interior una relación apasionada, porque no las entienden. Ellas parecen no darse cuenta de su belleza total ni de la consistencia de su estilo. Los hombres nativos inician una loca y velada carrera por apoderarse de las chicas del Interior.
Las chicas del Interior necesitan novio. En el comercio de las palabras, empiezan a notar el revuelo que causan. Se hacen adictas a todo aquello que más define, en su percepción, a la Capital: la vida cultural. Asisten al cine, a exposiciones, a presentaciones de libros, a recitales. Al principio, mientras la competencia entre los hombres nativos se está definiendo, se acompañan entre ellas o con alguna amiga nativa que las acogió y que, de ser lesbiana u hombre nativo, las manosearía.
Mientras dura la primera etapa, las chicas del Interior empiezan a notar que su presencia genera cosas. En los recreos de la Facultad nunca les falta compañía para tomarse el café de un peso o un peso y medio. Y su vestimenta, de repente, se modifica. Y aquí hay dos tipos de cambio posible para las chicas del Interior: o bien se acentúan a sí mismas o bien cambian. En el primer caso, se da la situación de que su aire provinciano es, para los cánones de la gran ciudad, cool. Y ellas, en ese comienzo de raciocinio femenino, se dan cuento de eso y se mantienen en su aire provinciano. Lo más innegable es que ellas son legítimas poseedoras de ese aire, y nada ni nadie puede criticarlas. En el segundo caso, las chicas del interior empiezan a cambiar su estilo: se ponen más cancheras, pero sólo en lo que refiere a la vestimenta. Su aire no lo cambian por nada del mundo, pero su cuerpo, su brillante cuerpo sin conservantes, se viste de color verde y quizás con algo de cuero.
Las chicas del Interior ya saben, por la multitud de hombres nativos que les hablan, que su carácter gusta. Tienen algo, no corrompido aún, que las hace distintas.
Las chicas del Interior consiguen novio.
Fin.