martes, octubre 24, 2006

"Ensayos y críticas" (Poe)

Ensayos y críticas
Edgar Allan Poe

«Filosofía de la composición»


[El ejercicio de las letras es misterioso; lo que opinamos es efímero y apto por la tesis platónica de la Musa y no por la de Poe, que razonó, o fingió razonar, que la escritura de un poema es una operación de la inteligencia. No deja de admirarme que los clásicos profesaran una tesis romántica, y un poeta romántico, una tesis clásica («Prólogo», El informe de Brodie)]

Muchos escritores prefieren el misterio, no mostrar cómo trabajan, hacerse los inspirados. Yo voy a tomar un poema mío, «El cuervo», y voy a mostrar cómo no hay nada de intuición: todo es lógico, casi matemático.
Hay que tener siempre a la vista la originalidad, porque es una fuente de interés evidente y fácilmente obtenible.
Lo primero que consideré fue la extensión. Un poema debe ser leído en una sola sesión de lectura, y además la intensidad poética no puede durar prolongadamente en el lector. No existe el poema largo; son varios poemas cortos. Calculé la extensión de mi poema y decidí que tendría unos cien versos. Finalmente tuvo 108.
Mi segunda consideración fue la del efecto: qué efecto quería lograr. La Belleza es el único dominio legítimo del poema. (Belleza, satisfacción del alma. Verdad, satisfacción del intelecto. Pasión, excitación del corazón). La pasión y la verdad pueden entrar en el poema, como entran las disonancias en la música, pero la finalidad predominante es la Belleza.
La tercera cuestión fue el tono de la belleza. Y el mejor tono, el que lleva la belleza a su más alta manifestación, es la tristeza, la melancolía.
Ya tenía la extensión, el dominio y el tono. Ahora tenía que ver los recursos artísticos usuales. Vi que el estribillo se usa mucho, es decir que tiene un valor intrínseco, pero quería mejorarlo. El estribillo es monótono: se repite el sonido y el pensamiento que expresa. Resolví acrecentar esa sensación de identidad y repetición manteniendo la monotonía de sonido y alterando, a la vez, el pensamiento. Pero ¿cuál debía ser la naturaleza de mi estribillo? Debía ser breve, porque no podía variar la aplicación (alterar el pensamiento que expresa) con una frase extensa: sería muy difícil. Entonces pensé en que tendría que ser sólo una palabra. Pero ¿cómo tenía que ser la palabra? Como iba a ser un estribillo, tenía que tener fuerza, ser sonora y posible de énfasis. Pensé en la o como vocal más sonora y en la r como la consonante que mejor prolonga el sonido, Ya tenía el sonido: tenía que encontrar una palabra que lo incluyera y que además guardara la mayor relación posible con la melancolía que ya me había propuesto como efecto. Elegí “nevermore” [“en verdad, fue la primera que se me presentó”: ¡intuición, inspiración!].
Después tuve que resolver el pretexto para repetir continuamente “nevermore”. Me di cuenta de que no quedaba bien que un ser capaz de razonar repitiese eso todo el tiempo; por lo tanto, tenía que pronunciar tal palabra un ser que pudiese hablar pero no razonar. Obviamente pensé en un loro, pero lo reemplacé por un cuervo, que también puede hablar y que iba más con el tono elegido.
Había avanzado ya hasta la concepción de un cuervo repitiendo “nevermore” como estribillo, al final de cada estrofa, en un poema melancólico de cien versos. Pero de los temas melancólicos, ¿cuál era el más universal? Obviamente: la muerte. ¿Y cuándo este tema melancólico, la muerte, es más poético? Cuando está estrechamente ligado con la belleza. Entonces, la muerte de una mujer hermosa es el tema más poético del mundo, y los labios más adecuados para expresar ese tema son los del amante que ha perdido a su amada.
Tenía que combinar al enamorado que perdió a su amada con el cuervo que repite “nevermore”, y ese “nevermore” tenía que ir variando, expresando otros pensamientos. Entonces pensé en que el enamorado le hacía preguntas, y el cuervo siempre contestaba eso. Y las preguntas son cada vez menos triviales, por lo que el efecto va aumentando. El amante sabe que el cuervo no razona, pero le gusta escuchar las respuestas cada vez más más intolerables. Entonces pensé en la última estrofa, para poder ir escalonando gradualmente el poema, y eso fue lo primero que escribí.
Había que decidir cómo se reúnen el enamorado y el cuervo. ¿En qué lugar? Decidí que fuera en la habitación del enamorado, santificada por los recuerdos de la amada que había estado ahí presente. Hice la noche tempestuosa para explicar que el cuervo buscara refugio y para generar un efecto de contraste con la serenidad material del aposento.
Un cuervo se escapó de su dueño y voló a una ventana donde se veía una luz. El amante le pregunta algo por joder, sin esperar respuesta, y el cuervo contesta “nevermore”. Esta palabra halla eco en el corazón melancólico del amante, que se ve afectado por el deseo humano de torturarse a sí mismo, entregado a la pasión de atormentarse. Todo es normal. Pero en temas así, siempre queda una cierta desnudez que repugna al ojo del artista. Para eso, hay que hacer dos cosas: un ajuste y poner algo de sugestivo, una corriente subterránea de sentido. Para esto agregué las últimas dos estrofas, que hacen ver al cuervo como el emblema del fúnebre e imperecedero recuerdo.


«El principio poético»

No existe poema extenso. El valor del poema se halla en relación con el estímulo sublime que produce, y todas las excitaciones son, por cuestiones psíquicas, efímeras. El Paraíso perdido es una serie de poemas breves. Pero un poema demasiado corto no puede producir un efecto profundo o duradero.
Herejía de lo didáctico. Poema-moraleja.
Poesía y Verdad: nada que ver. Para reforzar una verdad necesitamos un lenguaje severo, no uno florido. Debemos ser fríos y serenos: lo contrario del estado poético. Poesía y verdad se inculcan de modos diferentes.
Las distinciones más evidentes del mundo del espíritu son: el Intelecto Puro, el Gusto y el Sentido Moral. El Gusto va en el medio porque mantiene íntimas relaciones con los otros dos (y está demasiado cerca del Sentido Moral). El Intelecto se ocupa de la Verdad, el Gusto de la Belleza, y el Sentido Moral del Deber.
El sentido de lo Bello nos permite deleitarnos en las múltiples formas entre las que vivimos. Pero la mera repetición escrita de esas formas no es poesía. No se trata de la mera apreciación de la Belleza que nos rodea, sino un anhelante esfuerzo por alcanzar la Belleza que nos trasciende. Luchamos combinando las cosas y los pensamientos temporales para alcanzar partes de la Hermosura cuyos elementos pertenecen a la eternidad, para alcanzar arrebatadoras alegrías de las cuales tenemos visiones breves a través del poema o de la música.
Definiría la poesía verbal como la creación rítmica de belleza.
Mi concepción del principio poético: es la aspiración humana hacia la belleza celestial, y se manifiesta en la exaltación del alma, por completo independiente de la Pasión (corazón) o la Verdad (razón, intelecto).
OJO (p.108): viene separando una cosa de otra, y dice: “al alcanzar la verdad percibimos armonía, y de inmediato experimentamos el efecto poético, pero el efecto poético se refiere a la armonía y no a la verdad, que tan sólo ha servido para hacer manifiesta esa armonía”. Pero si “verdad-armonía-efecto poético (por la armonía, no por la verdad)”, entonces “verdad-(armonía)-belleza”.