miércoles, marzo 08, 2006

Sabina en Buenos Aires

Algo hay en Sabina y algo tiene Buenos Aires que hará que cuando el madrileño-andaluz desembarque en el comienzo del Bajo la cosa se ponga especial. Neruda decía “quiero hacer contigo lo que la primavera hace con las flores”, y eso le hace Sabina a la avenida Corrientes.
Conseguir entradas para ver a este señor es casi imposible. Los porteños, como los españoles, han sucumbido lentamente a una poesía que parece haber construido un mundo propio, con una canción para cada una de las emociones hallables en éste: la noche que nunca termina de “Y si amanece por fin”, el recuento de “Aves de paso”, la explicación del título en “19 días y 500 noches”, el tiempo de “Tan joven y tan viejo” y de “Amor se llama el juego”, las ideologías en “El muro de Berlín”, la vida de tabernas que no vivimos de “Y nos dieron las 10” y la fidelidad de “Y sin embargo”.
Hace poco un diario publicó, en la sección de correo de lectores, una carta en la que una mujer hacía pública su sólida visión del fenómeno: “Soy una de las sufridas damnificadas que se quedó, por segunda vez, sin su entrada para ver a Joaquín Sabina (…) El cariño que provoca un ídolo suele ser una experiencia puramente personal, intransferible. Pero en el caso de Joaquín Sabina está visto que el fervor popular que provoca en este país se parece casi al que genera la expectativa previa a un mundial de fútbol. Creo, en este sentido, que tamaña alegría, atribuida a un artista, debiera ser considerada por las secretarías gubernamentales de cultura. Lo que estoy diciendo, sin más, es que debieran evaluar la posibilidad de ofrecerle al músico la realización de un recital gratuito para todos (…)”.
Como Calamaro, Sabina posee el don de la elegancia a pesar suyo. Como Serrat, su nombre ha crecido hasta límites insospechados, por ejemplo el de crear un público ajeno a la histeria y a los gritos de la moda. Verlo en Buenos Aires será casi imposible, pero aún se puede elegir un bar cerca del teatro y bendecir la avenida secreta con sus años y transformaciones. Entre ellas, Sabina en el Gran Rex.