jueves, septiembre 22, 2005

Cada

Mayo 2004

"hombres de amor, guerras de amor,
sólo veo locas de amor"

Cuatro de la tarde, aterrizo en mi vida, mi vida un poco menos miserable que mi vida. Imagino escribo salgo a caminar por algún barrio, alguno no muy conocido, alguno misterioso como un país. Flotando entre el sol y la historia, categorías dueñas del mundo, categorias excluyentes, deliciosamente (puede ser trágico también) el sol diciendome a mí que la historia no es todo, que estoy vivo entre el sol y la historia, que soy de acá y camino, y las ciudades pasan y quedan, y soy Homero, el catalán, la Gran Vía, y reencarno dentro de mi ropa tan mía, vuelvo de y a Grecia, Ciudad Vieja, río ácido, vuelvo a volver, porque el sol está más allá, yo quizás también, pero el Parque Centenario no, el parque está hermosamente acá. Históricamente acá: árboles, edificios, mi colectivo, paredes, grafemas. Eternamente acá: quien fantasea, el sol ardiente y tenue (Hospital Naval recortado: montaje-ejemplo). Cielo celeste y sucio, amigo mío, como el empedrado que piso, como el arbol descascarado, como el motor del colectivo, como la tierra granulada que fabrica este Buen Retiro pobre, este querido parque en mi España pobre, este cielo de polvo y vino malo, de siesta, de mil soles sobre Almagro, de ojos perdidos de Ámbar Violeta, de un ¿hasta dónde llegarás? abstracto, universal (rayo de sol-en-puentes de Díaz Vélez y luego tus ojos, mi amor), de unas locas de amor que de tan adentro es imposible, de tan lejos se hace tanta la verdad en las veredas, y es tan alta la verdad en tu terraza. Tu terraza, se calienta el suelo, se ve la historia (las casas son la Historia), se te extraña, se te extraña pero chau Historia, flotamos, y en tu cintura el sol pega y basta, no quiero, tu cintura incandescente fue mía (no lo supe, no lo supe, y tampoco era la felicidad), y quizás salís ahora en invierno, té en mano, y yo obvio que estoy por ahí abajo, volviendo a hablarte de amor, de tus ojos, y vos te perderás en las nubes, en tu reino de clase media de Rivadarova (Budapest sic) y Tulipán en oferta perpetua (ese era mi reino), y yo con suerte levantaré la vista y me diré otra vez que estoy en Egipto o Chascomús, cargando piedras hablando arameo o latín o pasándote el humo del porro que no sabés fumar, asustado de que me mires pura y buena y linda, de que me quieras, de que Chascomús sea tan escenografía, tan conceptual la plaza en Chascomús, tan Adán y Eva nosotros con los ojos cerrados y escuchándote, escuchándote en silencio la boca abierta. O quizás no, quizás ("dejaste ver tu corazón") vuelvo al parque, y me espera la Guerra Civil Española para otra Castilla, para otro camión saliendo de Villarrobledo, o me toca ir a lavarme los dientes a la plaza del Prim, en Poblenou, o invitarte al cine, sentarnos en ese circulo al que no pienso volver hasta que... (hirónicamente se apostrofaba en plena plaza del Congreso), o escribir desde un diumenge al matí que un domingo tipo 1986, hace setecientos, ochocientos domingos, yo iba en la bicicleta con mi viejo, en la parte de atrás, y le tenia terror a los rayos. Puede llegar la parte del biógrafo, la ventana (acá tambien es todo escenografía. Historia), la literatura, el tiempo moja medialunas y se sienta a escribir, Tarde, avenida con más cemento que glamour, Historia, pasan los maravillosos trenes del mundo y quizás tengo una página buena, leída o escrita, un discurso interesante definido sólo por desde donde se lo escribe, un zoom out, un continente soñado, una vida soñada, yo, que no sé hasta dónde vas.